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V Encuentro Mundial de las Familias CONGRESO TEOLÓGICO-PASTORAL Sección: “ABUELOS, MAYORES Y FAMILIA” 5 y 6 de julio de 2006. CONCLUSIONES

V Encuentro Mundial de las Familias
CONGRESO TEOLÓGICO-PASTORAL 
Sección: “ABUELOS, MAYORES Y FAMILIA”
5 y 6 de julio de 2006.
CONCLUSIONES
Nosotros, los abuelos y los otros mayores de la familia, queremos ante todo expresar nuestra alegría y nuestro agradecimiento por haber sido tenidos en cuenta y haber sido invitados a esta gran fiesta de las familias, en la cual se ha profundizado el tema de la transmisión de la fe.

A nuestras familias, a las que hemos dado la existencia, hemos intentado darles también sentido y porvenir, aportando lo mejor de nosotros mismos, nuestros valores y especialmente el testimonio de nuestra fe. Lo hemos intentado con todo nuestro amor “que es el mejor testimonio del Dios en el cual creemos y que nos empuja a amar”. Pretendíamos responder a la llamada permanente de Dios para vivir la comunión y la armonía en la familia y llevar a cada uno de sus miembros por caminos de crecimiento integral.

A lo largo de nuestra vida no todo ha sido ejemplar, no hemos podido evitar situaciones de conflicto y discordancias dolorosas. Sabemos muy bien que no siempre hemos sido ejemplares. Pero procuramos verlo todo con “los ojos de Dios” para mostrar lo grande, bueno y misericordioso que es el Padre nuestro que está en el cielo. Con gozo podemos decir a todos que su amor es más grande que nuestros pecados. Nosotros damos testimonio. La respuesta de fidelidad nos compromete a tener presentes nuestros fracasos y errores mirando sus causas, buscando el modo de evitarlos y extrayendo de ellos algunos granos de sabiduría para que nuestras debilidades sirvan para que otros aprendan y no las repitan.

No siempre hemos sabido discernir, en la rápida transformación de la cultura, los nuevos valores o desvalores, ni siempre hemos estado a la altura de nuestra misión de evangelizar las nuevas formas culturales. Nos damos cuenta de la necesidad de dialogar con los jóvenes de modo que nos ayuden a entender la nueva cultura, al mismo tiempo que nosotros les mostramos las riquezas de la herencia que hemos recibido y debemos transmitir.

La vida es crecimiento y el crecimiento exige cambios. El discernimiento de la realidad y posterior juicio son fundamentales para tomar decisiones verdaderamente humanas y “generar nuevas pautas de convivencia que contengan el germen de una verdadera cultura de la solidaridad”

Nosotros los abuelos y mayores, somos conscientes que dentro de la familia y también en otros ámbitos nuestra misión no ha terminado. No podemos renunciar nunca a la defensa de nuestros valores que dan sentido a la vida y nos hacen crecer para llegar a ser quienes tenemos que ser, imagen de Dios.

Frente a las amenazas del ambiente dominante, los mayores podemos testimoniar que Dios no nos abandona nunca y en fidelidad a Él debemos ayudar en el presente a la búsqueda del significado de la vida en función de un mañana que ya comienza a manifestarse y que en medio de sombras también presenta destellos que nos orientan a Cristo, siempre el mismo, ayer hoy y siempre.

Y cuando llegue el día en que no se podrá esperar nada de nuestra presencia, quisiéramos vivir nuestra total entrega de modo que los demás crezcan en el amor y cada uno pueda escuchar la llamada del Señor que le dice: “¡qué suerte para ti si ellos no pueden compensarte!  Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos (Lc. 14, 13-14)

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